Agentes de liderazgo a corto-medio plazo

La crisis a la que nos aboca la emergencia mundial del coronavirus es una muestra de hasta qué punto los vaticinios que podemos hacer a futuro están sujetos a variables sobre las que disponemos de escaso control. Pero si descontamos estas posibilidades difícilmente previsibles, el mundo de los negocios sigue unas pautas que nos permiten realizar proyecciones más o menos validables.

Una de esas proyecciones, documentada y amplia, la acaba de publicar la consultora Deloitte. Lleva por título “Perspectivas de los mercados bancarios y de capital para 2020”, y consiste en un estudio pormenorizado de la evolución de dichos mercados en los últimos años, con las previsiones razonables para los ejercicios siguientes, atendiendo a diferentes ítems que conforman sus secciones:
1. La próxima ola de la interrupción

2. Regulaciones: complejas como siempre

3. Tecnología: arreglando lo básico

4. Riesgo: aprovechar la tecnología

5. Talento: enfocándose en el lado humano de la transformación

6. Banca minorista: las plataformas son el futuro

7. Pagos: todavía relevantes

8. Gestión patrimonial: el nuevo núcleo de la relación bancaria

9. Banca de inversión: más dolor antes de cualquier ganancia

10. Transacción bancaria: necesidad de cambios audaces

11. Banca corporativa: mejora de los flujos de valor más allá de los préstamos

12. Infraestructura de mercado: la búsqueda continua de una nueva identidad

13. Una inversión más profunda
Como se puede ver, un intenso sumario que adelanta un no menos profuso estudio sobre lo que cabe esperar para el sector bancario y los mercados de capital en los próximos años. Dedicaremos este post a condensar lo principal del primero de esos puntos, para adentrarnos en alguno de los demás en posteriores entregas.

“Es probable”, afirman los responsables del estudio, “que en la próxima década se desarrolle una nueva ola de perturbaciones más contundente y dominante que la que hemos visto en los últimos años”.

El aviso no parte de la nada, sino de la previsible convergencia de los factores que hasta la fecha han configurado “las raíces” de esta interrupción, como pueden ser la tecnología, la economía, la geopolítica, la demografía o el factor medioambiental. Dicha convergencia “debería desencadenar un cambio sin precedentes en la sociedad y la economía en general, y, en consecuencia, también en la industria bancaria”.

No obstante, hay un factor predominante o impulsor principal de la disrupción, y es la tecnología la que está llamada a cumplir ese papel. En esa disrupción veremos cada vez más la fusión entre tecnologías actuales, como el aprendizaje automático y blockchain, y las emergentes, como la computación cuántica. Algo que generará nuevas oportunidades, nuevos riesgos, y que cambiará “radicalmente el trabajo tal como lo conocemos, así como quién está haciendo el trabajo y dónde se hace”.

A nivel macroeconómico, los expertos de Deloitte predicen una “japonificación” para muchas economías avanzadas, particularmente en Europa. Es decir, un escenario persistente de bajo crecimiento combinado con baja inflación y tasas de interés cercanas a cero o negativas. A ello se suman los “cambios demográficos fundamentales”, que pasan por el envejecimiento de las poblaciones en las economías avanzadas y en países emergentes como China.
Una última pero no menos importante implicación para la banca pasa por las imparables preocupaciones en torno al cambio climático y el impacto social. Algo que, guste a quien guste, obligará a los bancos a priorizar su papel en la sociedad y sacrificar las ganancias a corto plazo para la sostenibilidad a largo plazo.

La combinación de todos esos efectos, en un escenario de bajo crecimiento, “podría dar como resultado una reducción drástica en la capacidad bancaria, con menos bancos de los que tenemos actualmente capaces de recuperar su costo de capital”. La consecuencia no queda lejana de lo que es el core de actividad de GDS Modellica: “estas fuerzas también pueden cambiar la forma en que se realiza la banca. La banca debería ser más abierta, transparente, en tiempo real, inteligente, personalizada, segura, sin interrupciones y profundamente integrada en la vida de los consumidores y en las operaciones de los clientes institucionales”.

Para quienes vean en estas predicciones un mensaje apocalíptico, hay un mensaje adicional: cambia la banca, pero no el papel de los bancos. Sus ventajas competitivas les permiten seguir “siendo custodios confiables de los activos de los clientes”, aun cuando deberán asumir nuevas funciones como proteger la identidad digital. Incluso a pesar de que probablemente deben evolucionar sus propósitos, “situándose a la vanguardia para abordar grandes problemas socioeconómicos, como el cambio climático o la equidad social”.
El éxito, como siempre, estará en manos de quienes sepan adelantarse a la jugada y posicionarse en etapas tempranas de dominio de las nuevas realidades: “En lugar de rehuir el cambio, los líderes deberían imaginar las posibilidades de cómo manejar mejor esta ola de interrupción”, concluyen los analistas de la consultora.

No se puede predecir lo impredecible, tanto por lógica como por lingüística. Pero sí se puede tomar nota de las evoluciones de mercado para, en un contexto de normalidad, anticipar los retos y desafíos. En ese contexto hay que entender esta proyección, y en ese contexto es en el que desde GDS Modellica nos sentimos cómodos: aportando inteligencia al sector para ayudar a crear agentes de liderazgo a corto-medio plazo.
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